GEOGRAFÍAS DE CONTACTO


El encuentro es un estado que interroga nuestros límites y territorios, somos cuerpos replicantes de universos sistémicos, que carecemos de la conciencia dinámica de este ejercicio de la naturaleza. El estado frágil de nuestras conductas comunicativas agravadas por el consumo ansioso, hedonismo y alienación entorpecen aun más las vinculaciones y relaciones con otros seres y el entorno. Entonces nuestras geografías de contacto van desfigurándose o generando virtualidades especulativas que más bien invitan al desencuentro. Pararse en el ejercicio artístico individual, la autoría, y disponer la caja de herramientas a un otro, en un símil a “bajar las armas”, establece un estado de vulnerabilidad, que en nuestro caso, produjo la disposición necesaria para entrar a poner oído y descubrir las señales desde las dinámicas propias del lugar. Encontrarse ya, desde la vastedad de los cuerpos, hacer el ejercicio de desprendimiento y proyectarse al espacio que hace de contenedor de la enfermedad, fue sugiriendo paulatinamente una metodología.
Desde una mirada dirigida más, hacia el fortalecimiento colectivo implícito en los procesos y los convenios, que por los resultados materiales, hemos abierto una mesa de debate que ha ido interrogando a la enfermedad, al paciente, al diagnóstico, la sanidad y el espacio que lo cobija, desde la particularidad de cada artista, entrando en las atenciones específicas que promueve cada obsesión. Hemos instalado la posibilidad de interrogarnos desde nuestra propia morbidez, declarando como 1er estado de enfermedad la pasividad de la espera. El “cómo esperar” ante el dolor, el miedo, el desconocimiento, la inseguridad, expuesta a otros. Desde la temporalidad de la espera, establecer la casa en el “no lugar” viene a fundar un traslado de hábitos familiares de cruce, al mismo tiempo que des-nomina los espacios de hábitat y las identidades desde su ilación narrativa.
Ser familiar por un estado de enfermedad, genera una solidaridad colectiva contenedora, trasmisora de mitos y patrimonios que podrían abrir luces que generen dispositivos de acceso más íntimos desde la cultura hacia la sanidad. Hemos querido invitar a los usuarios de estos espacios también, a declarar sus vivencias frente a una cámara, exponerse a ser la voz de lo propio como extensión de una voz mayor. Convivir con la enfermedad desde un estado de conciencia motivado por una experiencia estética “preserva y expande la inteligencia social y el bienestar Humano”. LORETO PÉREZ

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